viernes, 15 de junio de 2012

Prólogo


Hacía más frío de lo normal en la calle así que puse las manos en los bolsillos del abrigo mientras me dirigía al instituto con mi correspondiente mochila cargada de libros que más que eso parecían piedras. Mientras andaba a paso lento y distraída escuché mi nombre en una conversación entre amigos e, inevitablemente, presté más atención.

—¿Te refieres a la de nuestra clase? —Se sobresaltó uno de los chicos.


—Sí, sí, esa —siguió el otro a media voz, lo que dificultó que pudiera oír bien lo que decía, pero logré entenderlo— mi prima me ha contado que la echaron de su anterior escuela por matar a una chica. Me dijo que hacía años de eso pero todos aún se acuerdan.


—Qué miedo —susurró el primero— y ¿por qué lo hizo?


—Era una chica que siempre la trataba mal pero no era tan grave como para matarla —hizo una pausa— me preguntó si la apuñalo o la torturó lentamente...


—Solo se cayó por las escaleras —le corté ya muy molesta y convencida que hablaban de mi.


Los chicos me miraron con desprecio y luego se fueron murmurando cosas mientras me miraban de reojo. Suspiré cansada, había creído ese asunto olvidado pero al parecer no era así, y los falsos rumores perduraban más que ningún otro. Aunque no me sentía con fuerzas de ir a clase por alguna razón acabe en mi aula, en mi asiento en la última fila y sola. Tan fuera de lugar... quería escapar de allí ¿pero acaso alguien podría liberarme de mi prisión? ¿Alguien en algún lugar me comprendería y me liberaría? Decidí no pensar más en ello, me sentía como una de esas tontas princesas encerradas en una torre que esperan a que las vengan a buscar. No, puedo liberarme yo sola, no puedo seguir esperando ningún cursi príncipe azul que venga a rescatarme. Miré a mi alrededor y vi algunas miradas clavadas en mi mientras el profesor escribía en la pizarra, como había supuesto el rumor se habría esparcido otra vez.


—Me da mucho miedo, es tan rara...


—¿Quién sabe que planea hacer? Seguro que piensa en matarnos a todos como esas masacres que salen por las noticias de alumnos locos.


Harta de escuchar tantas tonterías sin sentido me levanté y pedí permiso para ir al lavabo, me encerré allí un buen rato golpeando las paredes. Lo cierto es que a veces si me entraban ganas de matarlos a todos pero aquel incidente me había enseñado lo que pasa cuando supuestamente matas a alguien. Aún ahora nadie creía en mi inocencia. Comencé a recordar todo lo que había pasado aquel día, Ángela, una chica de mi clase siempre se metía conmigo, siempre supe que no lo hacía en serio ya que habíamos llegado a un acuerdo: ella se metía conmigo para ser popular y a cambió me traía cada noche unas cuantas galletas que cogía de la cocina. Era lo más parecido a una amiga que tuve nunca pero en el fondo no estaba bien lo que hacíamos, ella mentía sobre su personalidad y eso estaba mal, así que un día se lo dije. Ella al escuchar mis palabras se echó a llorar y salió corriendo con tan mala suerte que al bajar por las escaleras cayó. Yo estaba allí y lo vi todo, oí sus gritos, vi su cara una vez en el suelo y toda la sangre que la rodeaba. No quise aceptar que ella había muerto por mi culpa, era mi amiga me dije, pero nadie conocía la verdadera historia así que para todos yo la maté.


—¿Erica? Sé que estas ahí he oído un ruido —gruñó una chica golpeando insistentemente la puerta. No me quedó otra que abrir para que viera que yo no era a quien buscaba. Ella se disculpó avergonzada y una chica salió de otro baño riéndose.


—Tonta, molestando a pobres chicas que vienen a desahogar sus penas en el baño, eso esta mal.


—Sí —solté con una medía sonrisa— Es mucho mejor fingir una madurez que no tienes fumando como si no hubiera un mañana.


La chica se sonrojó y frunció el ceño molesta, estaba claro que había dado en el clavo y no le había gustado lo más mínimo, y era consciente de los problemas que eso me podía traer. La chica pasó por mi lado sin decir nada, solo resopló y llamó a su amiga entre dientes. Sonreí satisfecha ante mi victoria y esperé a que sonara el timbre, al ser la última clase podría irme ya a casa sin que me hicieran preguntas así que nada más oír el estridente ruido que indicaba el fin de las clases me dirigí a mi clase y tras recoger mis cosas lo más rápido que pude salí fuera para que el profesor no me preguntara respecto a mi tardanza. Miré a mi alrededor, una multitud de alumnos que fluían hacía la salida, un murmullo constante y gritos; solo eran sombras para mi, siquiera existían; no eran nadie. Una vez en la calle me volví hacía un chico que me había llamado la atención, no lo había visto antes, sin embargo, parecía estar esperando a alguien. Presa por la curiosidad esperé, y como había supuesto una chica fue directa hacía el joven con una amplia sonrisa y ambos desaparecieron calle abajo. Ambos, eran peculiares, pocas personas solían tener mi atención pero ellos lo habían logrado con creces. ¿Quién diablos eran?

4 comentarios:

  1. Me gusta tu texto! espero que escribas más:)
    Te sigo, y te dejo mi blog para que te pases y si te gusta sígueme ;)
    Besitos desde:
    http://disfruta-del-amor.blogspot.com.es/

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  2. Me gusto mucho el prologo, la historia promete realmente. Espero poder saber mas pronto^^
    Acabo de publicar mi primera novela, ojalá puedas leer aquí la información:
    http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com.es/2012/06/mi-primera-novela-publicada.html
    GRACIAS POR TU APOYO!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me ha gustado mucho el prologo!!
    Tiene buena pinta la historia! Sigue escribiendo ^^

    Besos.

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